de Mara Rúan
Al unir los fragmentos de esta obra se nos va demarcando la anatomía de las relaciones humanas, del hombre con la familia, con los animales, con los hábitos alimenticios, consigo mismo. Anatomía de la gastritis de la joven Itzel Lara es una puesta en escena con un claro lenguaje elaborado que aun siendo extraordinario raya en la complejidad de la sencillez. 
Este miércoles 20 se presentó en el marco de la 9 edición de joven dramaturgia y con un lleno total, la puesta en escena Anatomía de la gastritis, que a pesar de programarse como una lectura espectáculo la sorpresa, grata por cierto, fue una puesta en escena, con vestuario, utilería y logística, cuya dirección escénica corrió a cargo de Agustín Meza y la música en vivo por parte del chelista Felipe Aguilar. 
La historia transcurre en un escenario cuya escenografía combina proyecciones, juegos de sombras que nos muestra a los personajes de un gato y una vaca, una mujer cuyos recuerdos taladran su memoria y vivencia en el presente, un hombre vegetariano y con una simpática afición a las cebollas, así con como un hombre maduro, enfermo y, por la descripción de su hija, machista, estos son los personajes que coexisten en la obra. 
Diseccionando cada parte de la unidad artística de este trabajo, en primer término se encuentra el texto, la obra como universo intangible, los recursos del lenguaje tienen una carencia, un ritmo constante y perceptible que podría haber sido más afortunado si el medio tono que manejaron los actores no se viese empañado por el ruido de la lluvia, sin embargo el texto se sustenta por si mismo. Por otro lado la dirección escénica presenta una serie de propuestas visuales, composiciones corporales y de iluminación que hacen a la puesta interesante sin embargo los engranajes entre un momento y otro se vuelven predecibles pues la luz y el cello son los únicos recursos que el director utiliza como transiciones de tiempo y espacio. 
Ahora bien, el tono de las actuaciones es un tanto desfasado del tono mismo del texto, pues por momentos la chispa cómica de éste se ve opacado por el tono bajo que los actores usan y que evidencia un marcaje claro pero no por esto dejan de ser actuaciones que nos muestran personajes construidos que en momentos se dejan llevar por ese matiz denso y en sarcástico que la dramaturga crea. 
Anatomía de la gastritis es una afortuna propuesta escénica, reúne ricas fotografías y composiciones, un delicioso uso del lenguaje y una agridulce dirección, dejando un buffete de imágenes y cadencias a nuestra disposición.