Cuatro noches. Puro Grupo Teatro.

08.11.2011 17:39

 

Lo siento amigos argentinos, pero esa obra también es mía.

Cuatro noches.

La alegría siempre de encontrarse con algo que te sobresalte y te conmueva, no es normal en nuestros días. Un mundo lleno de violencia, donde el amor, la amistad y la convivencia se han tirado a la basura para darle paso a esa incomodidad en la que vivimos y a la que pertenecemos actualmente; ¡que horrible!  Pero entonces como en el cuento de  Fedor Dostoiewski “Noches Blancas” llegan un par de actores argentinos: Mónica Spada y Pablo De Felice, integrantes de Puro Grupo Teatro (www.purogrupo.com) para contarnos su versión de la novela en sus “Cuatro Noches”.

El VI Festival del Humor de La Matraka comenzó con el pie derecho y  fue inaugurado por el director de Imacatur Lic. Giuseppe Macías Beilis, y entonces como por arte de magia y sin tantos rodeos se prendió el farol y dio inicio la presentación del grupo argentino ante una raquítica asistencia, de la que no hablaremos, porque es más interesante hablar del espectáculo. Quisquilloso uno, me pude percatar de los rostros de los asistentes, y vi iluminación y felicidad, obvio, me cuento entre ellos. Hubo sonrisas de purificación, y me dije: Que sano sentirse así acudiendo a un evento teatral, donde dos actores deleitan con el compromiso de saberse parte de un montaje que es para  vivirlo, sentirlo, consumirse con él.

Son cuatro noches donde se encuentran un par de solitarios. Una chica enamorada de un inquilino y un soñador que cuenta estrellas y escribe para ellas, y todos. La ingenuidad, la timidez, las pequeñas cosas que suceden, los rincones donde ya no solemos acudir a meditar, se hacen presentes con gallardía y valor. Una relación de amor que nace de la simplicidad y que cada noche se refuerza con algo nuevo. Las relaciones se tienen que inventar todos los días, insisto, con pequeñas cosas que alimenten el alma. Dos actores, dos muñecos que son ellos mismos, son sus dobles, pero la intención es de saberse, que esos muñecos son sus sueños, es el otro con el que hablas, sueñas, inventas, y lloras.

La puesta en escena es rigurosamente sencilla, que difícil es lo simple, y cito a Roberto Cossa: “Usted es de esos que hacen las cosas difíciles, porque no saben hacerlas fácil; porque hacer las cosas fáciles, es difícil”. La complejidad de la sencillez radica en el amor por lo que hacemos, y entonces me acuerdo de una frase de Julio Castillo: “El teatro es un acto de amor”; que frase más poética y poderosa; pero hay quien diría, ¡que cursi!; que es a lo que voy, cursi. Dos comediantes contándonos una historia de amor, y hablo del amor, no del sexo o de una relación de un hombre y una mujer, no, hablo de una relación entre dos seres, en este caso, humanos, que construyen castillos en las inmediaciones de los sueños. Es un acto de de rebeldía ante lo catastrófico que son nuestros días. Es un acto de soberbia honesta que trásfuga los sentimientos; porque los personajes nos restriegan en la cara dulcemente, su idilio, su pasión por la esencia de la vida, y los pocos espectadores morimos de envidia, por eso digo, que quienes no tuvieron oportunidad de verlos seguirán acomplejados, porque yo al menos, recordé mi infancia y mis ganas de vivir la vida aunque suene cursi.

Pd. Lo siento amigos argentinos, pero esa obra también es mía. Y pudiese escribir más, pero me resulta difícil, por lo tanto me quedo con lo fácil que es muy difícil.

Fernando Muñoz.