EL RECHAZO A SU ORIGEN

06.03.2012 17:12

 

Últimamente me cuestiono, y a veces me pregunto con ironía; ¿qué sería del teatro contemporáneo sin los clási­cos? Me basta mirar una y comprender.

Jorge Durazo me comentaba que la necesidad de montar clásicos, obedece a la fragilidad de la dramaturgia actual, donde las historias cuando son, evidencian la falta de co­herencia dramática y de temas interesantes no solo para los mismos creadores, sino también para el público que celosamente va al teatro de vez en cuando. Las historias de amor, de traición, de celos, de hipocresía, etc; eran las premisas tan reales para ponerse a escribir, aquellos gran­des y por eso han transgredido el tiempo, son clásicos por eso, no porque sean Shakespeare, Moliere o Chejov, y hasta Brecht, los temas son comunes y siguen vigen­tes; en cambio la dramaturgia actual toma hechos y los fragmenta y a veces los vuelve un caos sobre un aconte­cimiento actual, que al paso de los años eso se supera o cambia y la obra desaparecerá del mapa; pero me pregun­to o me digo, ¡qué importa!.

Los directores de teatro en la actualidad quieren sobre­salir montando obras de extranjeros o de los llamados clásicos que ya hemos hecho mención, con la idea de que eso los va a llevar a ser respetados y hasta vanagloriados por el sequito del gremio y del espectador experto.

Creo en este momento que la actualidad del montaje debe obedecer al momento histórico que estamos viviendo y padeciendo; hay buenos dramaturgos mexicanos y sono­renses con historias harto interesantes que seguramente no serán clásicos, pero que apremiará al que la vea por la contemporaneidad del texto, por sucesos actuales y reales que la sociedad ríe o llora, o reirá o llorará al verse caricaturizados y evidenciados.

En una entrevista que tuve la oportunidad de leer en la revista Paso de Gato, número 32; de enero, febrero, marzo del 2008, de Alegría Martínez, al maestro Vicen­te Leñero comenta: “Se montan mil veces los clásicos, cada director quiere tener su versión de Shakespeare, de las obras de Moliere. No quieren comprometerse con la realidad de los autores, y entonces hay generaciones de buenos dramaturgos que no encontrarán la manera de emparentarse con los directores, que están ocupados en revisar a Brecht, en volver a ponerlo, porque su búsqueda es de otro tipo.

“Me decepciona mucho el continuo desdén, la lucha que todavía siguen los dramaturgos por asentarse con sus textos, su teatro, y el que no haya por parte de los directores una búsqueda de la dramaturgia mexi­cana, y eso ha sido siempre la polémica que hemos tenido los dramaturgos con los directores; no solamente la interpretación de las obras, que ese sería otro tipo de problemas, sino la elección de las obras de autores mexicanos (yo diría también de sonorenses) para montarse”.

“Los directores dicen que el teatro clásico o el teatro extranjero puede reflejar nuestra realidad, porque los problemas del hombre son internacionales, Margules se burlaba de nosotros, decía que estábamos propiciando la cortina del Nopal, no le interesaba el teatro mexicano”.

Ahora también existen en la actualidad en México unos cuantos dramaturgos que son montados constantemente, sin decir nom­bres, me ha tocado leer algunos de ellos, de sus obras que están en cartelera en la capital del país, y muchas dejan que desear, no intento contradecirme, que es válido, pero los hay más, y sobre todo hay que voltear a ver y leer el teatro de provincia como le dicen algunos; son los que ganan los concursos nacionales de dramaturgia, ¿entonces? ¿Existe la moda en la dramaturgia? ¿El centralismo del arte? ¿El prestigio que se gana con buenas textos, y que después escriben lo que sea, que es basura y se ponen? A todo esto lo llamo “güeva”, paternalismo, corrupción, deshones­tidad y retraso elemental (mental) del ser humano. Alguien diría vivimos en México.

Ya dejemos de adaptar libros de los hermanos Grimm, Kafka, y de cuanto autor conocido quieran; ya no Gatos con Botas, Marat Sade, Siglo de Oro español, musicales fusilados y tantos más que sería imposible mencionar.

Para terminar creo que Sonora es uno de los estados con mayor o muy buena producción dramatúrgica; textos que deben ser montados, analizados, y comprados (comparados también). Textos regionales, infantiles y contemporáneos. Con una calidad que va viento en popa, pero aún navegando en altamar; rescatémoslos.

FERNANDO MUÑOZ