El trabajo real empieza cuando uno cuestiona los sistemas

09.12.2010 14:25

Carlos Sánchez

Antonio Castro, en la revista Letras libres, dice: “Iconoclasta de la escena mexicana contemporánea, Gerardo Trejoluna ha presentado su trabajo en Bogotá, Bilbao, Chicago, Panamá, Praga, Barcelona, Nueva York y Cádiz. Ha colaborado con directores como Martín Acosta, Claudio Valdés, Miguel Ángel Rivera, Rubén Ortiz y Alberto Villarreal en montajes como Hamlet, Becket o el honor de Dios, Antígona, Autoconfesión y Tom Pain. En 2007 recibió una beca de la Unesco para realizar el espectáculo Pofton en Senegal y Gambia.

En elmineral.com.mx, esta página de periodismo, decimos que actuar es encontrar otros sentidos a la vida, o bien darle el sentido personal al personaje inscrito en el libreto. O podemos sugerir que estar en el escenario es vivir, sufrir, gozar. Pero sabemos, que como vínculo entre el reportero y el lector, lo más importante es lo que el artista pueda compartir desde su experiencia, producto de su vocación y bagaje. Para eso, hoy  compartimos esta charla con el actor, director, tallerista, Gerardo Trejoluna.

--Uno de los atributos que te otorga tu carrera de actor, es esto de viajar.

--Sí, eso es realmente una gran maravilla, un regalo de la vida, siempre me he considerado privilegiado de subsistir de lo que uno hace, lo que te gusta hacer, para lo que sientes que has sido llamado a esta existencia, y ocuparla en ese servicio, y que te de tantos regalos, es todo un privilegio.

--Antes de venir a Hermosillo a presentar tus monólogos: Tom pain, y La vida muda, ¿dónde estabas?

--En San Luis, Potosí, estamos diseñando unos programas para el altiplano de San Luis, conjuntamente con el Centro de las Artes de allá, diplomados en artes escénicas.

--También estuviste allí grabando para la película Hidalgo.

--Sí, y en Real de Catorce, en La luz, en varias zonas, donde me tocó la fortuna de participar haciendo el antagónico, un personaje muy rico, maravilloso.

-Sabemos que para la carrera en la que estás inmerso, que es la actuación, la literatura es esencial.

--Definitivamente, la palabra en sí, trabajo con la palabra, el signo de la palabra ya tiene su significado conceptual, pero finalmente cómo suena es lo que modifica los sentidos de la palabra en sí.

--¿Qué es lo que tiene que tener una obra de teatro para que te seduzca llevarla al escenario?

--Para mí como actor es fundamental que de lo que estoy hablando en el escenario, el personaje que estoy encarnando en el escenario, hable de lo que quiero hablar, la máscara del personaje funciona no para que el actor se esconda detrás de ella, sino justamente para que sea un vehículo que traduzca su interior y pueda abrir ventanas a ver el interior de un ser humano, que como todos, no hay nada que esconder, todos estamos hechos de la misma materia. Para que me seduzca un proyecto es importante que tenga que ver con las reflexiones que estoy teniendo en ese momento de mi vida. Uno como artista escénico siempre tiene que estar consciente y dispuesto a estarse modificando, cada tema que uno toca al reflexionarlo a nivel de pensamiento, biológico, porque finalmente uno trabaja con el cuerpo, hay algo que se modifica en uno, uno tiene que estar dispuesto a eso y por lo tanto los desplazamientos que uno determine hacer a mí me gusta que sean parte de lo que quiero, de lo que estoy decidiendo.

--Después de la película Hidalgo, también participas en esta serie que se transmitió por Televisa, Gritos de muerte y libertad, donde encarnas a Andrés Quintana Roo. ¿Cómo te sentiste en este personaje?

--Andrés Quintana Roo me parece que es uno de los personajes muy interesantes, tanto Andrés como Leona Vicario, son de éstos personajes que no eran de la parte oprimida, estaban posicionados socialmente, y en el caso de Andrés es uno de los intelectuales, de los artífices el movimiento que me parecen son muy significativos justamente porque no son los que están debajo del pie de la estructura, que están de alguna manera dentro de la estructura pero que son conscientes de los cambios que se tienen que hacer, eso relacionado a los tiempos en que vivimos, me parece muy revelador, qué son las cosas que cuida una clase media para votar por cierto sistema o ciertos partidos que sabemos que van a seguir manejando la opresión: ¿qué es lo que cuida uno, o de qué se desprende uno para trabajar de manera social más directamente? Curiosamente me toca encarnar personajes así justo en un momento en donde me cuestiono mucho el estar arriba de un escenario. Estar arriba de un escenario funciona socialmente porque estás tocando un poco el inconsciente del espectador, estás trabajando a nivel visual y conceptual, espiritual, con el espectador, pero finalmente en los tiempos en los que vivimos me cuestiono mucho qué tanto puedo trabajar yo directamente a nivel social, qué tipo de trabajo social tengo yo y cómo puedo incidir en esta sociedad contemporánea de manera más  directa y objetiva. El roce con estos personajes históricos, en el caso de Andrés Quintana Roo, por ejemplo, me cuestiona mucho mi estar contemporáneo.

--Muchos ejecutantes de diversas disciplinas artísticas ponen de moda el posmodernismo y luego resulta que se van alejando del espectador. Me llama la atención que subrayas de qué manera incido o propongo hacia una sociedad, esto deja ver que estás comprometido con un arte que proponga a una sociedad, que pueda tocar.

--Creo que una de las grandes cuestiones de un artista contemporáneo no es solamente reflejar su pensamiento en su trabajo, sino generar nuevos paradigmas de pensar las cosas. Digo ahora que he tenido la fortuna de entrar al mundo del cine, yo nunca había hecho cine por una serie de disidencias que tengo con el sistema de trabajo, con el sistema de castings, de tomarte unas fotos y dejarlas por ahí, así es el sistema y mucha gente se adapta, pero creo que el trabajo real empieza cuando uno cuestiona los sistemas.

--Y los sistemas se vuelven en contra de la dignidad.

--No pondría juicios de valor en el asunto, pero creo que la actividad de uno tiene que ser reflejo de lo que uno piensa, en la medida que uno ve una realidad que piensa podría ser de otra manera, uno empieza a trabajar en la medida en que incide en esa realidad, en la pequeña realidad que a uno lo rodea y se inventa nuevas manera de estar, en ese sentido el trabajo de un artista debe estar comprometido con la realidad presente, más allá de un tipo de estilística, o de si las tendencias van hacia lo post dramático, la no actuación, la muerte del personaje, etcétera, que son una serie de conceptos que son válidos dentro de un circuito técnico pero que para el espectador son lo de menos, o hay un evento que lo conmueva o no. Abraham Oceransky decía algo de lo cual comparto bastante: “No hay buen teatro y mal teatro, hay teatro o no hay teatro”.