GRANMA EN DOS ACTOS Y UN EPÍLOGO

15.11.2011 02:11

El miércoles 9 de noviembre en el Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura de Hermosillo se presentó Granma Travesía Vertical con su obra para niños: “Lágrimas Soporíferas de Lolita Zanquilarga un segundo Antes de Aprender a Volar sobre las Rayas de la Abeja” o simplemente “Lolita Zanquilarga”, dentro del VI Festival del Humor organizado por la Compañía “La Matraka”.

Pondremos al tanto sobre la obra. Una niña que en un sueño se da cuenta que hay niños diferentes, que no pueden correr, que no pueden volar, ni tan siquiera con la imaginación, porque la angustia los bloquea, no les permite el goce de la fantasía, es entonces que la risa se va, se pierde en las vorágines de la cotidianidad que nos avasalla sin preocuparnos por los demás, porque también somos egoístas. Los niños han nacido distintos, ya no brincan, ya no corren, ya no besan,  porque no tienen tiempo para pensar en cosas cotidianas, y tampoco abrazan, su pensamiento casi es virtual. El tiempo se detiene y el miedo hace de las suyas

Primer desacierto fuera de tono: el titulo de la obra. O es ingenuo o bastante presuntuoso; ¿a quién diablos se le ocurre ponerle un nombre tan largo, aunque sea necesario, que en este caso lo dudo, para después remachar con Lolita Zanquilarga, que sería más preciso y sencillo? Ellos lo ponen como opción o es un nombre o el otro, eso quiere decir que hay cuenta de ello.

Segundo desacierto: La dramaturgia. Es un texto disparatado que sufre las consecuencias por no tener claro el objetivo dramático a seguir, una línea que pudiese haber tenido mejores derroteros si el recurso del sueño fuera momentáneo o como un tren de pasadita. Un puente dramático nomás. La risa se come el tema cuando se tenía al alcance algo más que significativo como tratar la discapacidad desde el punto de vista infantil. Es una obra sin estructura dramática, es un pláceme de palabrerías y referencias que caen en lo superfluo y por ende, en lo desechable. Hablo del texto.

Tercero: El autor, que también es el director y además actúa, como también hace la música (Jorge Domínguez),  recurre al sueño para fragmentarnos las imaginerías de los pequeños, de él más bien; y como por arte de magia desfilan personajes innecesarios en busca de la risa o de la pérdida de la misma. Dramatúrgicamente el sueño es un riesgo, porque llegan las ocurrencias, cosa maldita del teatro. El sueño es un ente fragmentario, un monstruo que se come la lucidez y la presencia. Pero después la escritura, que ya de por si estaba atorada en cosas comunes y ñoñas, llena de lugares que rayaron en la simpleza, que no en lo sencillo, lo cual es más complejo, y por conveniencia se recurre entonces a pasajes con un sentido del espectáculo por el espectáculo, en los trucos y los artificios que llena de falsedad la escena; en el canon visual, que no es malo, es más, creo es muy importante, pero el cuerpo, la imagen, requiere de contenido, de la palabra a veces, no siempre, por eso el despiste con monerías y muñecos harto innecesarios, porque si el dramaturgo no trabaja para los personajes, la historia, y la amalgama de los mínimos detalles, es posible que el resultado sea un acto de complacencia; es el caso.

DOS.

Después el viernes 11 de noviembre Granma se encaja en un tema que mucho se trata, sobre todo por los dramaturgos que residen en las fronteras: Los migrantes o mojados, cuyo sueño americano los predispone al asalto, la explotación, y a la vejación, solo por mencionar algunos aspectos. Antonio Zúñiga, Manuel Talavera, chihuahuenses, Jorge Celaya, Juan Carlos Valdés, Daniel Serrano, Sonorenses, han tratado el tema, pero desde una perspectiva del imaginario local, porque lo conocen, lo han vivido y en ocasiones lo han padecido. Hay más autores por supuesto, y tal vez el primero que haya tocado el tema haya sido Humberto Robles, con los “Desarraigados”, que después también se hizo película.

“El Mojado”, cuyo texto, dirección y actuación corre a  cargo (de nuevo) por Jorge Domínguez con la complicidad en el escenario del excelente actor Cuauhtémoc Duke, que deleita con su espontaneidad, vivacidad, frescura  e improvisación a los que observaron el ritmo truculento de  la revista escénica. Ambos son buenos  actores, cantantes y bailarines, y además tienen la capacidad del conocimiento y empatía de uno y otro, que también se logra con el espectador. La obra ubicada en el pachuquismo defeño le da el plus que requiere el asistente al espectáculo para considerarse parte del mismo, porque se le viene a la memoria la carpa, el teatro de revista y ese lenguaje que hipnotiza; Palillo, Resortes, Clavillazo, el panzón Soto, Cantinflas y por supuesto Tin-Tan, que es ampliamente recordado en la obra del grupo Granma. Pero recordemos que ese tipo de teatro son palabrerías, albur, demagogia discursiva, panfleto y superficialidad, no todo claro, hubo excepciones.

Aquí la dramaturgia es distinta; se sabe hacia donde se va, y la hilaridad de la trama se construye con fragmentaciones chistosas, pero todas con un destino concreto; sin embargo la dramaturgia sigue estando débil, porque no se encuentran puntos  de quiebre y secuencias  que  construyan una historia contundente. Son palabras y movimientos al servicio de la chistocidad. El divertimento en la obra es un objetivo permanente, (eso es un acierto) que saca a relucir el trabajo actoral y se agradece. Recursos hay muchos; y entonces la palabra y el cuerpo están al servicio de la puesta en escena.

Cuauhtémoc y Jorge son los actores; teatro dentro del teatro, o el metateatro para conocer las singularidades de los actores; las discusiones, las decisiones y el goce. Las peripecias y retos para llegar a convencer. Lo hacen en buena medida, y para ello utilizan todas las armas a su alcance; pelucas, lentes, vestidos, rifle, sombreros, etc, todo necesario, cosa externa pero importante. Ante nuestros ojos desfilan buena cantidad de personajes caricaturescos que provocan regocijo en el espectador, los espectadores; ya una dama, ya un ñero, ya un pedo, ya un gringo; cada personaje es distinto, tiene su carácter, aun en este estilo de trabajo escénico, que es complicado, pero se logra. Los espectadores salieron contentos, yo también.

Epílogo.

Los actores y actrices de Granma son jóvenes, con experiencia y capacidad, diría que bastante capacidad. Pero a veces las equivocaciones nos hacen más fuertes e inteligentes. Digo que Lolita  es un problema de estructura dramática y de construcción de personajes. Y Mojado, que  a pesar de que la dramaturgia no es lo más fuerte; la calidad está, sí, sí está,  y se basa en el trazo escénico, la actoralidad y la forma de abordarlo (aunque suene contradictorio). Los esperamos de nuevo.

Hermosillo, Sonora.

 

Fernando Muñoz.