Luz etérea, caminos transitables: montaje escénico de jóvenes reclusos

29.10.2010 18:17

 

Carlos Sanchez
29/Octubre/2010

 

Y las cosas pequeñas que son las grandes: ocurren. Ahora saben lo que es trepar a un escenario, llenarse de reflectores, prestarle el cuerpo, la mente, a un personaje. Ahora saben lo que es tocar con la emoción las palabras y trascender a través del contenido de ellas.


En la Granja Marco Antonio Salazar Siquieros (que es un centro de rehabilitación para menores de Instituto de Tratamiento y Aplicación de Medidas para Adolescentes, ITAMA), en la colonia La Victoria, los menores allí recluidos participaron en un montaje escénico, performance: “Luz etérea, caminos intransitables” bajo la dirección del dramaturgo, actor  y director Fernando Muñoz.


El martes veintiséis de octubre es fecha trascendental para los adolescentes, jóvenes que participaron en este montaje. Y queda en la memoria para siempre. Trascendental también para nosotros, la sociedad, corresponsables todos de lo que somos y hacemos. Trascendente para las autoridades que permiten que las propuestas a través del arte se manifiesten.


Meses atrás pude ver a los muchachos en su clase, encontrando con sus ojos lúdicos movimientos corporales, invención de frases desde sus voces, un abrazo como colofón para el final de la clase.


Fernando muñoz comprometido, los chamacos contaminados con el deseo de expresar, y siguiéndole el rollo al que propone el arte como una vía para el enriquecimiento espiritual e ideológico. Pude verlos contentos y relajados después del encuentro con la expresión corporal. Y fueron de apoco, apostándole a las pequeñas cosas, que ahora saben bien, son las grandes cosas.


Fernando, preocupado por decir y que los otros digan, llevó a buen puerto este trabajo escénico, y en la presentación, según me cuenta, y a la que no pude asistir por compromisos laborales, estuvo de aquellas, y al contármelo recuerdo a Marco Antonio Salazar Siqueiros, con su apuesta también por proveer de instantes óptimos para estos chavales en cautiverio. Por eso el nombre de la granja lleva su nombre.


Cuenta el Fernando que el día de la presentación del montaje, se inauguró, en la misma granja, el auditorio Bicentenario. Y que los funcionarios: Ernesto Munro Palacio (secretario de Seguridad Pública del estado); Martha Frías Armenta (directora de ITAMA); entre otros, pudieron observar la propuesta de los morros.


También asistieron Ricardo Mazón, Servando Carbajal, quienes apoyaron el proyecto.


En palabras del director del montaje, un resumen del contenido de la propuesta:


“Más que una obra de teatro, es una puesta en escena como espectáculo; un performance en pequeño formato donde los actores-alumnos-internos  desarrollan potencialidades emocionales sicoterapéuticas, donde el discurso es un mero pretexto para encontrar sensaciones que se pierden en los caminos transitables, en la fogosidad de la cotidianidad sumida en la perdida de valores; esos que se extrañan cuando el efecto familiar, social se destruye, y entonces cuando los sueños se rompen, nos encara la soledad de sabernos perdidos en un mundo que es caótico porque lo hemos permitido, y vagando en el etéreo tránsito de la vida nos acerca a la sensibilidad humana, esa que tememos y perdemos todos los días”.

 

En la presentación circuló un programa de mano, se incluyen en éste los razonamientos para el decir, actuar, proponer. Citamos:

 

“Luz que roza mi alma. Pasa y se detiene haciendo una pausa melancólica y mi corazón siente el soplo de una fuerza que desangra las entrañas, me hiere cual rayo lleno de coraje que fustiga mi anhelo, pero no mi esperanza; la esperanza es mi anhelo, y eso nadie me lo quita”.

 

¿Por qué? Simplemente es una llana palabra descubierta desde que se cruzaron las primeras miradas, no sé quienes, lo que si sé, es la intuición del hombre y la mujer de pedir y dar algo relacionado con la naturaleza: Amor, esa sencilla palabra que se nos ha perdido en un túnel obscuro sin salida aparente, y pareciese que en atónita burla se refleja el falso concepto de amistad, amor nuevamente y felicidad.

 

¿Por qué no caminar juntos? ¿Por qué no respirar compartiendo nuestro mundo? ¿Por qué no tomar de la mano al desposeído? ¿Por qué reaccionar con apatía a la lluvia que nos cae en pleno invierno? ¿El sol? ¿Las estrellas? Las respuestas, que no son pocas, se suben en una pirámide o al cielo y se dejan caer como peso del alma, lo que estorba nuestro sublime vuelo, aunque sea un recorrido pasajero, y las respuestas abandonadas nos hacen falta cuando regresamos del misterio de la vida.

 

“Luz etérea, caminos transitables”, es trabajo actoral, es poesía, es canto, es amistad, es música, es darse permiso para voltear hacia lo que no percibimos. Es un juego, ese juego de vivir con sabiduría, aunque la ignorancia nos corrompa el alma.

Las cosas pequeñas, que son las grandes: ocurren.