Odin Teatret en dos actos y un epílogo

16.10.2010 22:51

 Uno
El Congreso Internacional Siete Caminos Teatrales se celebró del 31 de agosto al 05 de septiembre en la histórica y bella ciudad de Guanajuato teniendo como invitado por segundo año consecutivo al grupo Odin Teatret de Dinamarca que dirige ya hace más de cuarenta años Eugenio Barba. El evento consistió en talleres impartidos por los integrantes del grupo antes mencionado, específicamente: la Danza del Viento con (Iben Rasmussen y Sofía Monsalve); Composición en escena: música y actuación (Jan Ferslev); la danza de los Orixas (Augusto Omolu); Relación con la Comunidad y la calle (Kai Bredholt), y por supuesto el mencionado congreso donde se hicieron presentes diferentes compañeros de la república mexicana.

El día dos de septiembre, cuando llegué después de muchas horas de transporte (Hermosillo-Guanajuato), tuve la fortuna de encontrarme a los participantes de los talleres creando y preparando el espectáculo que habían de salir a presentar en las coloridas calles, templos y plazuelas de la ciudad. El espectáculo comenzó en la plaza del Baratillo con su fuente de bronce en estilo Florentino, formada por una pila, una venera y su pedestal sostenido por cuatro peces, y entonces, entre sonidos, aplausos y movimiento, unas actrices arriba de un edificio histórico colonial, por supuesto, tuvieron algunas líneas dramáticas, y otros abajo y a los lados, canciones cantadas y también recitadas por los alumnos, danzas y algunos palos de escoba donde surgió la magia. El performance prosiguió por un callejón hasta que pasó por el Jardín Unión hasta instalarse en el templo de San Diego –una magnifica construcción del siglo XVII que ha sufrido varias reconstrucciones debido a las múltiples inundaciones que ha padecido la ciudad de Guanajuato y que tuvieron que elevarla unos metros de su original construcción y por tal situación dio pie a que se erigiera un pequeño escenario– donde se aposentaron los manifestantes escénicos y que a lado fueron férreamente apoyados por la sinfónica del estado con danzones que bailaron los viejos del pueblo y que también cantaron algunos viejos más que llenaron de barroquismo el divertimento que se gestó.

Ante la mirada de Barba y de Julia Varley y demás maestros podían ver en los aprendices los métodos y pedagogías que ellos imponen y proponen ortodoxamente en su escuela de antropología teatral. El performance, como muchos que se hacen, fue un mar de ocurrencias. Sin embargo tuvo dosis de olas cargadas de agua que transmutaron la presencia de los espectadores que alegres, me incluyo, nos dejábamos acariciar y formar parte de la celebración del rito como juego.

Al día siguiente el congreso dio inicio, con presentaciones de autoridades y esas cosas que son necesarias para unos cuantos; se agradece el encuentro. Jeito producciones organizó esta actividad teatral de cierta relevancia, y a la cabeza la Fundación Cervantista que fomenta la cultura de esta hermosa ciudad bizantina y de historias harto interesantes que contar.

Quienes esperábamos un acto metodológico de motivación intrínseca que nos diera guías de integridad teatral, quedamos decepcionados. Las charlas se volvieron un aburrimiento. Solo Eugenio dominaba el español, pero nada más eso; aunque no se puede dudar de su capacidad, la historia icónica lo dice. Él aclara que su tutor Grotowski es un acto que hace mucho dejó atrás, pero sus puestas en escena dicen otra cosa.


DOS
Las puestas en escena, los cuales fueron unipersonales, no alcanzaron por mucho la calidad que se esperaba, lo pude constatar por los comentarios. Aunque los más jóvenes se sentían atraídos por la capacidad técnica de las actrices, a decir verdad sus mejores años han pasado. Itsi Bitsi fue el primer espectáculo que se presentó con la actriz Ibin Rasmussen; y a pesar de sus grandes dotes, tuvo un encuentro muy limitado con el escenario. En principio los excelentes recursos en mínimo espacio algareaban mejores derroteros, no fue así. La técnica dominó a la actriz y no la actriz a la técnica. El canto, la danza, propio del teatro físico-antropológico de Barba, estuvo presente pero 40 años después, no es lo mismo.

El segundo montaje o también espectáculo estuvo a cargo de Julia Varley, El Castillo de Holstebro II. Anunciación fantasmal de los temores y deseos de un personaje solo, en compañía de otro que se vuelve uno, y a veces dos de nuevo. La obra monológica se afincó como es característico en el canto y en un escaso puente escénico de trayecto onírico con agua y flores. No era necesario más, del espacio, pero sí de la actriz, que al igual que Rasmussen, el tiempo ha caído sobre sus cuerpos, conservan la técnica, pero se ha vuelto fría y mecánica, lo cual conlleva a desafortunados trabajos actorales.


Epilogo
Para el tercer monólogo Matando el Tiempo ya no tuve la energía para asistir, o mejor dicho, el deseo. Era preferible caminar por los recónditos lugares de tan majestuosa capital guanajuatense. El Odin Teatret y su escuela de Antropología Teatral es una ilusión para muchos. El sueño de poder vivir la experiencia del teatro físico y el entrenamiento implacable. Estar en sus instalaciones y de viva voz conversar y aprender con lo integrantes, entre ellos por supuesto Eugenio Barba y Julia Varley. El Odin necesita renovar sus montajes y su elenco, para que el espectador disfrute realmente de los procesos altamente rigurosos de los que se vanaglorian y que les ha dado el reconocimiento internacional que bien merecido se lo tienen. Tal vez esté desilusionado de ese encuentro que la Fundación Cervantista con gran esfuerzo organiza en la Ciudad de Guanajuato, pero no puedo evitar decir que el teatro, aunque sea artesanal, necesita de la fortaleza innovadora de la creación y experimentación diaria.
 

Fernando Muñoz

https://www.teatromexicano.com.mx/revista/articulo.php?id=559

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